lunes, 19 de septiembre de 2022

HOMENAJE A BOLÍVAR Y MIRANDA EN DISCURSOS ACADÉMICOS Y TRIBUNA PATRIA E HISTORIA DE MARIO BRICEÑO IRAGORRY | Por: Libertad León González

Hacer es la mejor forma de decir

 José Martí

 La selección de los discursos académicos con valor histórico de don Mario Briceño Iragorry que hoy traigo a esta respetable audiencia, además de considerarse una escritura reflexiva de una vigencia y trascendencia únicas es, como máxima expresión de la retórica, en tanto “complicadas formas artísticas verbales”[1] , la mejor demostración de la sostenida coherencia y complementariedad entre su oralidad y escritura, entre pensamiento, palabra y acción.

El discurso pronunciado en una tribuna muestra la verdadera esencia del orador en esos dos espacios del desempeño intelectual. La escritura, para organizar las ideas, para profundizar en la intencionalidad del escritor y lucir esa infinita capacidad productiva del lenguaje. La oralidad, en cambio, se constituye en la oportunidad de expresar las ideas in presencia, colocando el énfasis que otorga la autoría y la vehemencia del discurso como palabra hablada, face to face, acción y reacción entre autor y lector, en tiempo real. La escritura declina ante la supremacía primigenia de la oralidad. Se abre paso a la magia de la palabra pronunciada.

Y el énfasis de la oratoria en un hombre de la talla de Mario Briceño Iragorry estuvo fundamentada en dejar claro ante la audiencia el ethos de su pensamiento, de su vida. Su discurso próximo a la ética aristotélica como intención de una vida realizada, en perspectiva teleológica.[2]

Los comentarios se detienen en aquellos referidos a la inmemorial vigencia de dos paladines de valor y justicia de nuestra magnífica historia patria, Bolívar y Miranda, no obstante, primero he de considerar otros discursos. Comienzo por el referido al huerto florido de la patria local que lo abrigó en un hogar nutricio de bondades y que denominó Apología de la ciudad pacífica.[3]

 

Orígenes

Porque Trujillo a todo lo largo de su hermosa historia

 representa un angustioso afán de paz

 Mario Briceño Iragorry

Que la gesta emancipadora en América Latina, haya tenido como marca indeleble de gran ímpetu, la firma del Decreto de Guerra a muerte, en la geografía andina del pueblo natal de Mario Briceño Iragorry, significó el punto máximo de su inspiración, al pronunciar su discurso en los espacios de la casa histórica de la firma de ese decreto, convertida en el albergue de la expresión genuina de la tradición y la cultura, el Ateneo de Trujillo. La Historia se abraza a la cultura.

Historia de la patria total y la patria local evocadas por don Mario en un mismo escenario. El sueño de la morada natural, la casa primigenia de la infancia, donde “oía la mansa corriente del río familiar”[4].Luego, con profundo aliento evoca la hidalguía del héroe, labrador de un destino memorable. Bolívar, aposentado circunstancialmente en su terruño, marcó el inicio de un período atroz de violencia, aunque años más tarde se firmaran los armisticios que “vinieron a poner un tinte de clemencia a la contienda devastadora”[5]. Esas remembranzas al orador lo conmueven. La historia de la infancia y su pasión por la historia patria se encuentran.

 

La Historia, siempre la Historia

 La afectividad es uno de los aspectos fundamentales en la configuración de la escritura y la elocuencia de don Mario Briceño Iragorry. El título de su lección inaugural de la Cátedra de Historia de Venezuela en el Instituto Libre de Cultura (1952) posee la contagiosa cercanía hacia lo histórico, La Historia como elemento de creación, lo llamará.

Reconoce el valor dado a nuestros héroes del pasado (Bolívar, Páez, Urdaneta, el Negro Primero), para alcanzar la libertad de Sur América. Hace alusión a la importancia que tiene en un pueblo amar su historia. Advierte, la herencia de Bolívar no es para “echarnos a dormir”. La Historia ha de honrarse, trabajando el presente como una mina, “con sudor y brazos”. La Historia es una disciplina moral”[6]. Y así, en un sentido kantiano se exige la obligación a la norma. En consecuencia: ¿Hasta qué punto hoy damos en nuestros hogares, en nuestras instituciones educativas privilegio al valor de nuestro pasado histórico?

Cuando en otro de sus discursos, Suelo y Hombres, muestra su preocupación por el paisaje, por el trabajo de la tierra, por los mineros, pastores, agricultores, pescadores o industriales, dijo: “La Patria se mete por los ojos. Con el paisaje se recibe la primera lección de Historia. Entender nuestra Geografía y escuchar sus voces es tanto como adentrarnos en el maravilloso secreto de nuestra vida social”.[7] Lección de arraigo, de compromiso, de conciencia sobre nuestro fracción de tierra. La palabra pronunciada es compromiso indeleble del político, del ciudadano.

Ve en la frase memorable del Libertador, “Vencer la naturaleza” la oportunidad de desmentir una interpretación limitada, no con una intención blasfema, precisa todo lo contrario en esa frase: “un acto de fe suprema en las potencias del espíritu”, así como “todo un tratado de eficacia política.”[8] El venezolano debe mirar su propio paisaje sin buscar “horizontes extraños”. Sentencia entonces: “Un interior sin caminos y sin posibilidades de alojamiento, no es en realidad, para invitar a meterse en él.”[9] Para 1953 en uno de sus textos memorables, La traición de los mejores, sentencia: “Venezuela más que de acusaciones personales, está urgida de un mea culpa colectivo.”[10]

 

Los héroes

 Nada pierde el que trabaja de buena fe en la causa de la Nación.

 Mario Briceño Iragorry

Tres discursos breves, tiene el texto Discursos Académicos y Tribuna Patria e Historia de Mario Briceño Iragorry, sobre Miranda, a decir: Sentido y presencia de Miranda, Miranda humanista y Miranda y Colombia. Tal es la firmeza de criterio sobre el pensamiento y la obra del “Hijo Primogénito de la Patria”, manifiestas en las palabras de don Mario:

La pasmosa cultura, la destreza en los campos de guerra de la América del Norte y de la Francia revolucionaria, la elocuencia convincente hacia los jueces del terror, la fina habilidad del diplomático, las amplias concepciones del estadista, las estupendas aventuras del viajero, la dolorosa tragedia del libertador, la reflexión y austeridad de su temperamento, la firmeza inquebrantable del carácter, nada valen, siquiera sean por sí solos un mundo para el biógrafo, ante el significado mágico de su función como hombre que interpreta el destino de un mundo y asume la responsabilidad de realizarlo en lucha abierta contra un poderoso imperio.[11]

 La memoria histórica de Mario Briceño Iragorry no olvida ningún rasgo de magnanimidad del Precursor. Será referencia perenne de nuestro pasado, capaz de calificarlo como “el más antiguo símbolo de la americanidad permanente.”

La máxima lección moral y política de Bolívar, expresada en su Discurso del Congreso de Angostura, considero sea la más importante reflexión de esta compilación de discursos de Mario Briceño Iragorry y que denominó Sentido y ámbito del Congreso de Angostura.

En primer lugar, porque precisa recordar que desde esa tribuna el Libertador expresó, entre otras razones, el valor permanente de las instituciones, la creación de una República que garantice el bienestar social, presentar ante otros países el Estado venezolano como un todo organizado, aunque la guerra continuara.

En el Discurso de Angostura, Bolívar recomienda la forma central de gobierno y la democracia como la mejor forma de gobierno. Presenta su proyecto de Constitución para la República de Venezuela[12], contiene la fundamentación cívica para la creación de los tres poderes del Estado y se asientan las bases jurídicas para el cercano nacimiento de la República de la Gran Colombia.

A cada funcionario público, a cada dirigente, ciudadano, trabajador, profesional o no, cuánta falta nos hace entender nuestro pasado a partir de la Historia, forjar nuestras microhistorias[13]en la búsqueda de un mejor destino.  En su Ideario político, Mario Briceño Iragorry lo sintetiza dando un valor fundamental a la tradición: “La existencia del “pueblo histórico”, que ha conformado el pensamiento y el carácter nacionales, por medio de la asimilación del patrimonio, creado y modificado a la vez por las generaciones, es de previa necesidad para que obre de manera fecunda el “país político”.[14]

El discurso de don Mario historiador, ensayista, novelista, diplomático, ha de difundirse y reencontrarse con un país que necesita recibirlo en los espacios públicos y culturales de la Venezuela de estos tiempos adversos. Dejó una obra tan extensa como variada a la espera de poder forjar la conciencia de pueblo. Escuchémosle pronunciar sus discursos, como aquél del 26 de noviembre de 1952 en el que determinó: “Hoy nos unimos, pues, para la lucha cívica, el hombre sin tamaño que tomó la palabra de la Patria y el pueblo poderoso que se sintió la Patria misma.”[15]

[1] Walter Ong. Oralidad y escritura, p.15.

[2]  Christian Wolf la define: Teleología: “La parte de la filosofía natural que explica los fines de las cosas”, p.1121, En: Nicola Abbagnano. Diccionario de Filosofía, F.C.E., Santa Fé de Bogotá, Colombia, 1997,

[3] Mario Briceño Iragorry. “Apología de la ciudad pacífica”. Discurso pronunciado en el Ateneo de Trujillo, el 24 de agosto de 1947, En: Discursos académicos y Tribuna Patria e Historia, Caracas, Edit. Élite, 1947.

[4] Óp.cit, p.206.

[5] Óp.cit., p.210.

[6] “La Historia como elemento de creación”, Lección inaugural de la Cátedra de Historia de Venezuela en el Instituto libre de Cultura Popular, Tomado de Introducción y defensa de nuestra Historia, Caracas, 1952, pp.133-145, En: Óp. Cit., p.109.

[7] “Suelo y hombres”, Lectura en el Ateneo de Valencia. Tomado de Introducción y defensa de nuestra historia, Caracas, 1952, pp.30-42, En: Óp cit., p.82.

[8] Ídem.

[9] Óp. Cit., p.83.

[10] La traición de los mejores (Esquema interpretativo de la realidad política venezolana), San José de Costa Rica 19 de enero de 1953.

[11] “Sentido y presencia de Miranda”, Discurso en la Academia de Historia para celebrar el Bicentenario del Precursor en 1950, Bogotá, Edit. Iqueima, 1950, p.18 En: Óp. cit., p.117.

[12] Allan Brewer-Carias expresa en su libro, Angostura, 1819. La reconstitución y la desaparición del estado de Venezuela. Con motivo del bicentenario del Congreso y de la Constitución de Angostura (1819-2019), Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Editorial Jurídica Venezolana. Caracas 2019: “… lo que se hizo mediante la Constitución Política de Venezuela sancionada por el Congreso reunido en Angostura el 11 de agosto de 1819;2 y por la otra, la desaparición del mismo Estado de Venezuela, por decisión del mismo Congreso de Angostura, al sancionar, unos meses después, la Ley Fundamental de la República de Colombia de 17 de diciembre de 1819,3 mediante la cual las Repúblicas de Venezuela y la Nueva Granada quedaron “desde ese día reunidas en una sola bajo el título glorioso de República de Colombia” (art. 1), dividiéndose su territorio en tres grandes Departamentos: Venezuela, Quito y Cundinamarca (art 5).,

[13] Luis González en su libro, Pueblo en vilo (1995) se expresa de la microhistoria así: “La historiografía local, como la biografía parece estar más cerca de la literatura que los otros géneros históricos, quizá porque la vida concreta exige un tratamiento literario, quizá porque la clientela del historiador local es alérgica a la aridez acostumbrada por los historiadores contemporáneos. El redactor de una historia local debiera ser un hombre de letras. Yo me hubiera contentado con el empleo de las formas expresivas de la comunidad estudiada. Lo intenté, pero al releer el manuscrito he caído en cuenta de que en San José no se habla como yo escribí. En. Óp.cit., p.24.

[14] Mario Briceño Iragorry. Mensaje sin destino, p.90. En: Revista Cifra Nueva, Universidad de Los Andes, julio-diciembre 2009, N° 20.

[15] “Al servicio del pueblo.” (Discurso del 26 de noviembre de 1952), p. 63, En: Mario Briceño Iragorry. Ideario político, colección Claves de América, Caracas, Venezuela, Fundación Mario Briceño Iragorry y Fundación Ayacucho, 2008, p,63

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