La historia debe escribirse de nuevo desde
cada presente
Hans-Georg Gadamer
Quien
labra, desde la escritura, el pasado de una ciudad; en este caso, de nuestro
terruño, Valera, puede quizás percibirla y reconocerla semejante a los diversos
discursos, expresados por sus grandes escritores como moradores cercanos o
lejanos. Quizás, se distingue majestuosa y solemne como la poesía de Ana
Enriqueta Terán; aguerrida y carnal como la poesía del ‘Chino’ Valera Mora; o,
definitivamente, minuciosa, desbordante y arraigada a la memoria histórica como
la escritura de Adriano González León. Así, la Valera que percibimos en la
crónica de Benigno Contreras, Exclusivamente Valera (2021), luce
entrañable, entre memoria, investigación acuciosa y arraigo por este terruño.
Celebrar los 202 años de Valera, entre
otras actividades, con el bautizo del libro del historiador y profesor
ulandino, constituye un acontecimiento de significativa importancia, producto
de una larga y continua investigación. En principio, el diario El Tiempo
servirá de portavoz de su columna, Historia trujillana en la que durante
varios años mostró la necesidad de contar importantes historias y anécdotas de
sucesos y personajes de nuestra urbe. Luego, tal y como el mismo autor lo
expresa, también a través de Radio Tiempo, 91.5 FM, se abrió un espacio
de crónicas contadas, por el propio autor, sobre la urbe de la “catedral” gótica.
Mención aparte ha de tener su vocación de escritor de varios libros publicados sobre
la historia trujillana.
Exclusivamente Valera es una obra
que propicia al diálogo. Vislumbra en el lector acontecimientos distintivos de
su historia local. Fundamentales episodios que han de despertar en nuestros
niños y jóvenes el sentido de pertenencia que aún está a la espera en los
intereses de muchos de sus moradores; quizás, porque en nuestras instituciones
escolares no exista una cátedra de historia local que exija ir más allá de la
conmemoración del día de Valera; quizás, porque la inmediatez del uso de las
nuevas tecnologías arrebata el tiempo que pudiera dedicarse a tertulias
familiares en las que se pueda transmitir, a nuestros muchachos, aspectos importantes
de la historia y tradiciones de nuestra urbe.
Gadamer puso en boga para la hermenéutica
contemporánea la célebre frase: “El diálogo que somos”. ¿Por qué no propiciar
el diálogo preguntándonos por el mundo que habitamos, el mundo y los otros que
formaron y/o forman parte del pasado y del presente? En principio, el más
inmediato mundo es nuestra ciudad y los seres que la han configurado como
espacio geográfico, como universo inmediato de sus vidas. Preguntas y
respuestas entre amigos, en foros, conversatorios, programas de radio y
televisión y, muy importante, en la escuela, en la familia. Para crear una
fortaleza interior de querencia por la ciudad que nos concierne, la ciudad que
habitamos y nos pertenece. El libro de Benigno Contreras es un sustancioso
motivo para propiciar el diálogo sobre la ciudad que heredamos y merecemos.
La diversidad temática del libro, Exclusivamente
Valera, sobre acontecimientos, personalidades y anécdotas, propias del
pasado de nuestra ciudad, invitan al lector, sea ama de casa, padres, educadores,
estudiantes, artistas, profesionales, comunicadores, emprendedores, pequeños,
medianos y grandes empresarios, trabajadores formales e informales, a reconocer
la vigencia de un pasado que nos pertenece y nos hace falta conocer,
apropiárnoslo, para vivir en consonancia con las exigencias del presente.
Hacer de Valera una ciudad que siga
creciendo bajo los términos de la valoración de su historia, su tradición y
convertirla en una ciudad sustentable es tarea de todos. Exige, en primer
término, reconocer la ciudad como parte importante de nuestra esencia y nuestro
hacer cotidiano. Revisemos, entonces, nuestros orígenes, nuestra evolución,
nuestras posibilidades de aportar, de sumar, reconociéndonos en su pasado, en
su presente, en sus aciertos y desaciertos.
Seleccionamos algunos de esos momentos
importantes que nos conectan al pasado de nuestra ciudad, relatados por el historiador,
Benigno Contreras.
En el capítulo El centenario de Valera
no solo se nos devela ese importante episodio en el que se establece como fecha
de su fundación el 15 de febrero de 1820, después de haber sido
deliberado este asunto a petición del presidente de la municipalidad, el Dr.
Domingo Tejera, en el año 1918, por la comisión conformada por el Pbro. Miguel
Antonio Mejía, el bachiller Jesús Briceño Casas y el geógrafo Américo Briceño
Valero, quien finalmente no firma el veredicto. Toda una polémica que queda
para la historia. Interesante, además, resulta destacar que por una epidemia de
viruela no se pudo celebrar el centenario de Valera en el año de 1920. Curiosa
coincidencia con la tímida celebración del bicentenario de nuestra ciudad en el
año 2020, en tiempos de pandemia.
El capítulo Conticinio, natural de Valera
nos habla de ese grato acontecimiento sobre la inmortal pieza musical Conticinio
de Laudelino Mejías escrita por el gran músico y compositor, precisamente, en
Valera en el año 1922.
En los cuatro capítulos que conforman el
libro del profesor Benigno Contreras, reconocemos muchos de los acontecimientos
y personalidades que le permiten consolidarse como ciudad. Valera crece desde
el ímpetu de su gente, como ciudad pujante del estado Trujillo, en todos los
ámbitos de su existencia.
En la primera parte del libro denominado Semblanzas
reconocemos relatos históricos que abarcan temas desde lo fundacional,
político, religioso, educativo, musical, periodístico, deportivo y urbanístico.
Valera, la urbe de Mercedes Díaz, la de las siete colinas, luce inquieta por
crecer y se consolida como ciudad.
La segunda parte del libro llamada Personajes
se detiene en destacar la labor de un nutrido grupo de personalidades que
marcaron la pauta del crecimiento de la ciudad que entra a la modernidad.
Valera crece de la mano de líderes que labran en ella y para ella un mejor
destino. De igual forma, en la tercera parte del libro, llamada Hechos y
anécdotas que dejaron huella, el autor hace mención particular de momentos
que marcaron un antes y un después en la memoria de la ciudad, gracias a
quienes siguen labrando su futuro.
Mención particular tiene la cuarta y
última parte del libro denominada, Otras voces de Valera. Hay un sentido
particularmente emotivo y al mismo tiempo lírico, cuando el autor ofrece
fragmentos escogidos de algunos autores, selección de textos que muestran un
lenguaje que a todos nos ha de encantar. Tal es el caso, por ejemplo, del
relato denominado José Domingo Tejera y Dorococoe. Se cuenta la leyenda
de la princesa Cuica Dorococoe. Texto pletórico de simbología ancestral,
dedicado a enaltecer el centenario de Valera, de la grácil figura legendaria de
la diosa “a quien la luna serviría de espejo” ([1])
A través de esta mágica historia de la diosa raptada y luego, arrastrada por
las aguas del río, se mitifica el origen de nuestra urbe. Así el texto dice: “Y
áticas abejas llovieron sobre las carnes de arcilla como sobre un panel de
Himeto y, en el rubio colmenar, se formó la cera parda con que después
plasmaron el alma de Valera las manos preclaras de Lasso de la Vega.”([2])
Valera también arraigada a los sueños y
evasiones que propicia el mito. La historia de la ciudad desdoblada a la
imaginación poética que el mito profesa. La magia de la creación de una
supuesta ‘realidad’ en consonancia con la creación simbólica del lenguaje. El
relato mítico creado para justificar una razón primigenia, un sentimiento, sobre
la ciudad.
Este particular gesto por parte del historiador,
Benigno Contreras, en demostrar con palabras o testimonios de escritores como
José Domingo Tejera sobre la leyenda de la diosa cuica; o también, el cronista
de la época Alberto Larriva Vale, para referir la implacable invasión de la
langosta en 1910; o la buena pluma de Ana Hernández Bello de Tejera para contar
leyendas valeranas sobre tres mujeres que habitaron entre el siglo XIX e inicios
del XX. Todos estos escritos que quedaron en los periódicos de la época como El
Espectador y El Anunciador, solo pueden interpretarse como demostración
de un vital interés del autor del libro, Exclusivamente Valera, por
divulgar los aportes significativos de quiénes asumieron a Valera como ciudad
de sus evocaciones.
Razón tuvo Oswaldo Trejo cuando
denominó su pequeña novela autobiográfica, También los hombres son ciudades
(1962). En este relato el narrador muestra, entre otros aspectos, la
importancia de la ciudad que se adhiere al hombre, poblamos el espacio citadino
y viceversa, la ciudad también nos habita. Siempre habrá una ciudad que se fija
a nuestra vida, a nuestros recuerdos, como esencia y sustancia de nuestra
infancia, de nuestras experiencias, de nuestras querencias. Tal y como ha
ocurrido con el historiador, Benigno Contreras
Volver sobre el pasado de la ciudad es
volver sobre su tradición. Como diría Mario Briceño Iragorry: “En el hontanar
del tiempo están los símbolos que dan mayor realce a nuestra vida de
comunidad.” ([3])
Razón suficiente ha tenido, de igual forma, Benigno Contreras al
denominar su libro, Exclusivamente Valera (2021), para recrearnos con
minucioso interés en el pasado de nuestra ciudad y mostrar en un sentido
kantiano el valor moral en sí mismo, es decir, el valor moral de la buena
voluntad, en su vínculo vital con la ciudad de Mercedes Díaz.
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