jueves, 13 de febrero de 2014

Amistad y solidaridad en Hans-Georg Gadamer

Hace dos semanas tuve la oportunidad de realizar una exposición sobre el ensayo "Amistad y solidaridad" de Hans Georg Gadamer, en el Seminario Ética dialógica: de Aristóteles a Gadamer, recientemente concluido, como curso libre de avance para mis estudios doctorales y que estuvo dirigido con gran lucidez por el Dr. Aníbal Rodríguez Silva (ULA-NURR), especialista en la hermenéutica ontológica. Pensé en la importancia que tenía para la temática central del curso sobre la Ética a Nicómaco de Aristóteles, las reflexiones sobre la búsqueda de la felicidad que tiene en la ética aristotélica, actualizada en los estudios de Gadamer, la máxima expresión de confluencia entre teoría y praxis en la mayor de las  virtudes, la phronesis. De alguna manera, tal y como desde sus primeras disertaciones, Rodríguez Silva nos hablaría sobre la necesidad de llegar a ese libro VIII de Aristóteles sobre la amistad. La consideré y agradecí como una oportunidad importante para reflexionar.

Consideré necesario, comenzar por la lectura de Aristóteles. Dirá sobre la amistad el gran filósofo griego: "Cuando entre los hombres reina la amistad no hace la justicia, mientras que si viven con justicia necesitan de la amistad, y parece que son los justos los más capaces de amistad" (Aristóteles, Ética a Nicómaco, VIII:1). Esta afirmación será la antesala hacia la consideración de la noción de benevolencia, implícita en la amistad, para lo cual entonces dirá Aristóteles: "cuando la benevolencia es correspondida entonces ya es amistad" (Ibídem,:2). Si para Aristóteles la amistad implica benevolencia (ser benévolos en el desear bienes a otros) para Gadamer la amistad es solidaridad en el sentido de la lealtad, la cual desglosa a partir de tres nociones de la filosofía griega: philautía, oikeíon y areté. Antes bien, Gadamer resaltará la dedicación que Aristóteles ofrece al tema de la amistad, en varios pasajes de tres de sus tratados sobre ética, en contraposición al legado de Kant sobre esta temática, quién sólo le dedica una página en la que expresa una frase de enorme trascendencia para pensar la amistad. Diría entonces Kant: "un amigo verdadero es tan raro como un cisne negro". Ambos pensadores bien ponen a girar las reflexiones acerca de la actual sociedad de masas. Caso particular cuando Jaspers habla de la "era de la responsabilidad anónima" para referirse, por ejemplo, a los pacientes no nombrados en las instituciones de salud, el nombre lo sustituyen por un número. En tal sentido, a Gadamer le preocupa en la actualidad esa tensión que se produce entre amistad y solidaridad. 

Recurre Gadamer a la palabra philía para interrogarse por las muchas significaciones que para nosotros tiene la amistad. Destaca el valor que en el siglo XVIII  se le ofrece a esta virtud a través de la poesía. Hoy propone, preguntarnos sobre la solidaridad "declarada" porque en tanto expresión ambigua no deja de excluir los vínculos entre lealtad, amistad y solidaridad al contar con el amigo verdadero. En tanto dirá: "el amigo en un mundo que lo es siempre también de instituciones compartidas y de regulaciones establecidas, y al mismo tiempo de la máxima diversidad de conflictos y de formas de entendimientos que hacen posible la acción en común" (Gadamer, 2002:78). Es decir, la amistad verdadera por encima de cualquier amenaza propia de "un mundo de extrañeza recíproca" (Ibídem). Más adelante, se referirá a la philautía, el "amor a sí mismo", el punto dónde comienza "el verdadero fundamento y condición de cualquier tipo de vinculación con otros y de vinculatividad para uno mismo". (Gadamer,2002:82). Ese vínculo inapelable hacia el verdadero amigo tendrá como punto de inicio el amor a sí mismo quizás como expresión de la libertad que ha de prevalecer al considerarse en términos ricoeurianos al sí-mismo y al otro en un auténtico reconocimiento que nace del diálogo.

Igualmente el filósofo hermeneuta hace uso de un segundo término griego, sugerido por Sócrates, oikeíon, lo "casero", lo "propio y acostumbrado", sobre el cual también aclara Gadamer : "esto no implica ni que a uno le sea todo igual de grato, ni que en la admiración por otro uno se haga necesariamente consciente de la desigualdad, la veneración y el amor. Nada de todo eso" (Gadamer, 2002:80). En este sentido, considera en Platón el diálogo de Alcibíades, para reconocer,  quiénes pueden hacerse una verdadera amistad serán los adultos, el hombre maduro capaz de ofrecer la amistad de por vida. Sin olvidar los tres tipos de amistad expuestos por Aristóteles: la amistad por la ganancia y el interés, la amistad por el placer y la amistad en la que se "aman recíprocamente, se desean uno al otro los bienes que corresponden al fundamento de su amistad". (Aristóteles, VIII:2). Esta amistad corresponde a los hombres de bien. En Gadamer, la verdadera amistad, la de oikeíon también incluye el amor por el hogar y la patria. Por eso expresa: "Simplemente la procedencia, funda una vinculación, una especie de comunidad o solidaridad genuina, sin necesidad de andar declarándose solidarios. Uno lo es y no necesita ni quiere saber qué es lo que realmente está en juego". (Gadamer, 2002:82). Entonces vemos la noción de ciudadano de la polis, entregado a través del cumplimiento de las virtudes merecerse el respeto y el reconocimiento de todos.

Luego, cuando se refiere a la areté aristotélica lo hace en el sentido de reconocer la virtud de la "optimidad", como término superlativo "de aquello que no puede incrementarse más" (Ibídem,: 84) lo cual no es posible en el hombre; propicia entonces volver al significado de la solidaridad como auténtica postura del amor a sí mismo en tanto que también se complementa en situaciones en que se renuncia a los intereses propios para pensar en alguien o en algún objetivo. Es entonces cuando llega a magnificar la solidaridad en la vida política y en el ejercicio de la democracia con verdadero apego. Dirá para precisar: "la verdadera solidaridad tiene que ser plenamente consciente; de otro modo no tendrá éxito"..."la verdadera solidaridad depende de los individuos que se comprometen y dan la cara"..."la solidaridad significa ahora un asentimiento aconsejado por la amistad, limitado como lo es todo en esta vida, pero que ciertamente exige de nosotros toda la buena voluntad que estemos en condición de aportar" (Ibídem, :87-88). Esta mirada amplia sobre la virtud de la solidaridad implícita en la amistad nos lleva mucho más allá de nuestros inmediatos requerimientos personales con el amigo, pues no se trata de tener una conciencia clara del otro al que me apego por afinidades sino que también se corresponde a la firme disposición de servir en situaciones cruciales a mi semejante que de nuevo padece circunstancias que han de llevarme a tenderle la mano porque ya no se trata sólo de mi sino del compromiso vital del bien para todos.