domingo, 30 de diciembre de 2012

Edmund Hussrel, Hanna Arendt, Karl R. Popper: encuentros para la búsqueda del conocimiento y la ética



 Edmund Hussrel, Hanna Arendt,  Karl R. Popper: encuentros para la búsqueda del conocimiento y la ética

Libertad León González
Universidad del Zulia
Doctorado en ciencias Humanas
Seminario Ética de la Investigación Científica


La vida se nos presenta como la sobreabundante emergencia de innumerables configuraciones, cada una de las cuales depende de las condiciones del mundo circundante, del nicho ecológico en que se afirma, de la relación con las demás especies.

Francesco Alberoni

Si bien, tal y como lo establece Abbagnano en su Diccionario de Filosofía, la Ética, como ciencia de la conducta posee dos concepciones fundamentales: “1. Ciencia del fin al que debe dirigirse la conducta de los hombres y de los medios para lograr tal fin y derivar, tanto el fin como los medios de la naturaleza del hombre….2. La que la considera como ciencia del impulso de la conducta humana e intenta determinarlo con vistas a dirigir o disciplinar la conducta misma.” (Abbagnano, 1997: 466). De igual forma, establece que “la felicidad es el fin de la conducta humana y el placer es el móvil habitual y constante de la conducta humana.”(Abbagnano, 1977:467) En tal sentido, el hombre procura su felicidad y deberá demarcar las consecuencias de sus acciones en esta búsqueda. La Ética coloca al hombre de todos los tiempos en un punto de amplitud, de comprensión de sí mismo, de sus semejantes y muestra los límites de su condición humana. Esta delimitación de la Ética se acerca a los términos en que tres autores como Husserl, Popper y Arendt plantean en algunas consideraciones o reflexiones propias de sus teorías.
El primer autor, Karl R. Popper a partir de su racionalismo crítico se coloca en una postura de continuo cuestionamiento a propósito de la búsqueda de la verdad en el camino de la investigación, en la búsqueda del conocimiento; su famosa “teoría de que el conocimiento se desarrolla por medio de conjeturas y refutaciones” (Popper, 1958:31) le proporciona un punto de reflexión lo suficientemente amplio para dar pie a una conciencia crítica que favorece la tarea investigativa y en consecuencia, la posibilidad de escuchar otras conjeturas, en términos de lo que el mismo Pooper ha denominado la imparcialidad, por un lado y la tolerancia, por otro. Precisemos al autor:

“(Kant estaba en lo correcto cuando basó su Regla de Oro en la idea de la razón. No cabe duda de que es imposible probar la rectitud de cualquier principio ético, o siquiera argumentar en su favor tal como argüimos en favor de una aseveración científica. La ética no es una ciencia. Pero aunque no existe una base científica racional de la ética, si existe una base ética de la ciencia y del racionalismo). (Popper, 1958: 46).

En esta afirmación nos interesa resaltar la ineludible necesidad que posee tanto el científico como el filósofo en seguir a la par de sus investigaciones,  un soporte de razonamientos que no lo desvíen del reconocimiento de su condición labil, en términos de Ricoeur, en torno a sí mismo y al resto de los hombres, “Ricoeur define los tres modos de intermedialidad según tres capacidades: la razón que busca la Verdad, la acción (praxis), cuyo objeto es el Bien y el sentimiento (corazón) como síntesis o intermedialidad total del hombre”.1 Esta apreciación de sí mismo le permite mostrar otro fundamento del investigador, la responsabilidad. Desde esa convicción del investigador sobre las limitaciones que posee en su naturaleza humana muestra uno de los alcances más significativos para el progreso armónico del proceso de la búsqueda del conocimiento. Por lo tanto, resulta fundamental volviendo a Popper, la siguiente afirmación “todo conocimiento humano es humano: que está mezclado con nuestros errores, con nuestros prejuicios, nuestros sueños y nuestras esperanzas” (Popper, 1958:60). Esta delimitación de Popper en torno a la posición crítica ante la investigación da fe de una conciencia en torno a la naturaleza humana, con limitaciones.

En este punto podemos hacer mención de la noción de conciencia humana de Hussrel en el sentido de que “es intencional, es decir, produce actos cuya característica es el no quedarse en sí mismos sino ir más allá, por lo que la conciencia intencional es en sus actos conciencia de:”.2 Observamos cierta correspondencia entre ambos autores al reconocer la supremacía de la observación minuciosa de la realidad, de cada situación problemática planteada por el individuo. En su Introducción a la Fenomenología Hussrel hablará de “la intuición, en tanto posición de la conciencia, puede ser categorial o esencial, si es categorial se estarán captando los contenidos no sensibles tales como estructuras o números; si es esencial se referirá a datos, procesos, objetos percibidos por los sentidos”, la percepción “se da desde una actitud natural” y las esencias “que vienen siendo unidades ideales de significación que se dan en la conciencia intencional”.3 De tal modo, percibimos en Hussrel en la búsqueda del conocimiento la participación de elementos objetivos y subjetivos en la conciencia humana que lo llevan a constantes descubrimientos de sí mismo, de los hombres y del mundo que habita.

Para Hannah Arendt, en cambio, la condición humana gira en torno a la vida activa: “tres actividades fundamentales: labor, trabajo y acción”(Arendt, 1993:37)  donde “Todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos (…). Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de cosas está entre quienes lo tienen en común”. (Arendt, 1993:62).  En este punto comienza Arendt  a resaltar su preocupación por el hombre y el mundo en que habita. Hablará de esferas pública y privada, donde precisamente, la esfera privada se impone en la pública cuando “los hombres…han sido desposeídos de ver y  oír a los demás, de ser vistos y oídos por ellos. Todos están encerrados en la subjetividad de su propia experiencia singular, que no deja de ser singular si la misma experiencia se multiplica innumerables veces”. (Arendt, 1993:67). Estaría refiriendo entonces el gran problema del hombre imbuido en las sociedades de masas, esfera pública que ha acabado con la esfera privada, sembrando “el fenómeno de masas de la soledad, donde ha adquirido su forma más extrema y antihumana”. (Arendt, 1993:68). Situación de aislamiento de los hombres que comparten un mundo de esferas pública y privada que se contraponen. Otro pensador, Humberto Maturana creerá en “una relación fundada en la confianza recíproca; en las acciones de aceptación del otro como legítimo otro en la convivencia” (Maturana, 2008:72) a partir del modelo político de la democracia, de la relevancia que tiene en las relaciones humanas  la conversación, es decir, el diálogo propiciado por el lenguaje y lo que el mismo autor ha denominado la biología del amor.

Reconocemos  en el discurso filosófico de grandes pensadores de los siglos XIX y XX un acercamiento hacia las nuevas tendencias de la ciencia y la filosofía en la búsqueda del conocimiento, la convivencia, la condición humana, las cuales permiten una conciliación con el mundo cada vez más convulsionado, desde la clara convicción de las limitaciones  subyacentes en todo hombre.

Notas:
1 Juan Antonio Dianes Rubio. Identidad y Ética. La constitución Ética del Sí mismo en la filosofía de Paul Ricoeur. Universidad de Cádiz. 2003.
2 San Martín, Javier. La fenomenología de Hussrel como utopía de la razón. Barcelona. Antrhopos. 1987.

Bibliografía:
Abbagnano, Nicola. Diccionario de Filosofía. Bogotá.  Fondo de Cultura Económica.1997.
Alberoni, Francesco. Valores .México. Gedisa. 2010.
Arendt, Hanna. La condición humana. Barcelona. Paidós. 2006.
Maturana, Humberto. El sentido de lo humano. Bogotá. Quebecor worl S.A., 2007.
Popper, Karl R. Escritos selectos. México. Fondo de Cultura Económica.1958.
_____________ La responsabilidad de vivir. Madrid. Paidós. 2012.




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