domingo, 12 de enero de 2014

Carta para mi eterno amigo Renato Rivas

Valera, 12 de enero de 2012.


Querido y siempre recordado amigo, recibe mi abrazo este día en que decidiste buscar otros horizontes a través de este viaje impostergable que todos, en algún momento realizaremos. Aun cuando la Divina Providencia lo determinó, sentimos apresurada tu partida. no importa si el boleto fue comprado con antelación, ni siquiera si fue un obsequio del mismo Dios para evitarte penurias mayores. Esas interrogantes carecen de importancia cuando sentimos tu cercanía al sólo pronunciar tu nombre.


Creo como tú y todos los venezolanos que se sienten cercanos a la magia del arte y la poesía en el credo de Aquiles Nazoa cuando dijo:


“Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo ,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo,
creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilke héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas, en el loro de Robinson Crusoe,
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, en Beralfiro el caballo de Rolando, y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama”.
Aquiles Nazoa, Caracas, Venezuela (1920-1976).

Creo en ti cuando vuelvo, desde la memoria, sobre los pasos perdidos en los pasillos de este liceo,  que nos albergó durante tantos años entre algarabías de adolescentes, esperanza de juventud, de futuro cercano; aliados todos a tu complicidad enmascarada de reciedumbre al momento de guiarlos por mejores sendas. Nunca fallaste para hacerte sentir en cada rincón de estos espacios, de este pueblo allende las montañas,  ignorado y sentido, de la geografía trujillana y en consecuencia, de la venezolanidad y que tantas veces criticamos.
Es momento de recordar tu labor como profe cercano y distante, desde esa investidura que doblegaba tu tamaño con la voz recia y alegre de tus ocurrencias académicas y cotidianas. Como tu viaje ha sido intempestivo, no puedes extrañarte cuando todos tus familiares, amigos, discípulos, conocidos lamentamos con desconcierto tu partida. Y haciendo honor a lo que fue tu vida, alegría y protesta contagiosas, no podemos hacer otra cosa que despedirte añorando todo el legado que sembraste en tantas promociones de bachilleres y Técnicos Superiores.
Renato, recordarte como profesor, como poeta, maestro de ceremonias, locutor abnegado del programa radial Voces y luces pizanistas, subdirector por tantos años, con aciertos y desaciertos en el camino tortuoso de la gerencia educativa. Profesor de educación superior en esa otra casa tuya, el IUTIRLA, organizador de eventos para el cultivo de la palabra creadora. En definitiva, tan cercano a lo humano y lo divino. A la palabra bien dicha, a los versos recordados y que te transfiguraban hacia el ritmo interior del poema, aprendidos con religiosidad en tu maestro más admirado, el poeta Octavio Paz. Queda de esta escuela de poesía tus poemas inéditos, los que debemos rescatar tus amigos para que sean publicados. Así como tu tesis de maestría dedicada al poema más largo y emblemático de la poesía paziana, Piedra de sol.
Me quedo con tus visitas sin previo aviso, sólo una llamada minutos antes de pegar tu grito de guerra: "Mi amor, voy para allá, prepárame un jarro de café porque te llevo flores" , me quedo con nuestros encuentros en cualquier panadería de Valera para compartir un café y la amistad;  me quedo con el curso de maestría sobre la obra de Paz, dónde fuiste mi discípulo; me quedo con los encuentros regionales y nacionales de liceos bolivarianos para lucirnos con nuestros obreros, personal administrativo, estudiantes y profesores como representantes del Hilario Pizani Anselmi;  me quedo con  tus halagos, tus abrazos fuertes, con tu alegría, con las enseñanzas que dejaste a mis tres hijos, quiénes fueron tus discípulos formales e  informales y siempre te recuerdan como ejemplo de vida; me quedo con tu algarabía, con tus comentarios llenos de sinceridad, con tus flores, con el tazón de café que me diste hace dos años  como regalo de cumpleaños con la imagen de Paz y los siguientes versos que hoy quiero leer ante todos tus amigos para dar testimonio de tu grandeza como ser humano irrepetible y siempre amado:
"Yo soy la herida que no cicatriza, la pequeña piedra solar: si me rozas el mundo se incendia"  Octavio Paz.
Hasta siempre Renato, hermano del alma.

jueves, 2 de enero de 2014

Cuando queremos escuchar y ser escuchados

Parece una contradicción, sin embargo, es una certeza afirmar que ninguno de los seres humanos que compartimos la inquietud sobre los estudios del lenguaje, sus muy diversas formas de manifestarse en sociedad o en nuestros propios pensamientos, en definitiva, ninguno de los seres que habitamos este complejo mundo tiene conciencia plena del momento en el cual comenzó a hacer uso de ese prodigio humano llamado lenguaje. La temporalidad no tiene asidero,  la conciencia guardó en espacios inimaginados el momento en que por primera vez hicimos uso de las palabras y de los gestos para comunicarnos con los seres de nuestro entorno más inmediato. Sólo mucho tiempo después nos hicimos conscientes sobre la vulnerabilidad de nuestras acciones a la par de la adecuación de nuestras palabras en cada situación de la cotidianidad; razón tuvo Octavio Paz cuando afirmó que "el lenguaje es una condición de la existencia del hombre y no un objeto"(1995), aunque si un instrumento inconmensurable de nuestro paseo por el mundo.

Muy a pesar del crecimiento intelectual del hombre, muy a pesar del progreso tecnológico, el efecto inmediato del uso del lenguaje en la comunicación entre los seres humanos sigue imbuida, muchas veces,  en el ámbito de lo insondable. El problema no es la búsqueda de una explicación funcional acerca de los elementos que intervienen en el proceso comunicativo sino la cantidad de factores generalizados o muy particulares que hacen de cada acto de lenguaje un abanico de aciertos y desaciertos entre seres que pretenden estar "conectados" con el resto de los seres cercanos a cada quién.

Para quiénes ejercemos el oficio de ser orientadores de conductas y conocimientos en nuestros discípulos, sentimos con especial preocupación los niveles de desproporción de situaciones de lenguaje alejadas del efecto comunicativo. ¿Hablar de lenguaje es suficiente para involucrar la comunicación? ¿Tiene el hombre verdadera preocupación por sentirse comunicado en ocasiones tan parecidas a los parlamentos del teatro del absurdo? Las palabras también cobran dimensión temporal y espacial en cada ser humano aunque hayan sido de alguna manera referencia semejante en la realidad de otros seres. El pensamiento y el  lenguaje unidos y alejados, dependiendo de las circunstancias. De todos modos, también surge el padecimiento de quien vive determinadas situaciones que intenta expresar al otro sin lograr ser comprendido. La distancia insalvable de poder nombrar todo lo que sentimos en los términos que puedan colocar al otro en nuestra experiencia, en nuestro padecimiento. Tal y como Steiner lo señaló: "el lenguaje instrumento privilegiado gracias al cual el hombre se niega a aceptar el mundo tal y como es". (1995). El mundo cuya apariencia cansa y debe ser modificada a través de las acciones o de otros mundos creados sólo desde las palabras.

Dice Hans Georg Gadamer: "la dimensión más propia de nuestra finitud, de nuestro "ser arrojados en el mundo", consiste propiamente en los límites que llegamos a conocer  cuando establecemos nuestra relación con los demás. En esta relación ética nos resulta clara toda nuestra incapacidad, o imposibilidad  de adecuarnos a las exigencias del otro, de comprender las exigencias del otro. El modo de no sucumbir en esta finitud,de vivirla justamente, es abrirnos al otro en la situación del diálogo, de escuchar al otro, al Tú que está al frente." (Gadamer, 2010:34).

En esta postura de Gadamer  sobre la disposición de la valoración del otro a través del diálogo, de alguna manera, se disipa ese sentido inalterable de finitud. No se trata de la simple finitud de la vida sino de la posibilidad de aplazamiento de nuestra inalterable vulnerabilidad comunicativa, intentando llegar a comprender al otro, muy a pesar de que vemos el mundo a través de nuestras vivencias y no a través de los ojos de los demás.