REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD
DEL ZULIA
FACULTAD
DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
DOCTORADO
EN CIENCIAS HUMANAS
SEMINARIO
CONVIVENCIA Y CIUDADANÍA
DR.
VÍCTOR MARTIN FIORINO
CIUDAD,
CONVIVENCIA Y MEMORIA HISTÓRICA
Libertad
León González
“Dijiste:” iré a otra
ciudad, iré a otro mar.
Otra
ciudad ha de hallarse mejor que esta.”
Constantino
Cavafis
La ciudad que nos cobija
desde el nacimiento, como el entorno mediato en el que desarrollamos
nuestros primeros desvelos y sueños, como ser humano socializado, ha
de considerarse como el ámbito que influye en la percepción del
mundo que cada individuo, llámese ciudadano, se traza para surgir
como persona aceptable, mediana o extremadamente exitosa. Pensamos en
ese espacio macro o micro, que nos alberga a medida que nuestra vida
avanza, donde pareciera que aunque se progresa en unos aspectos, se
retrocede en otros, sobre todo, los referidos a la convivencia entre
sus habitantes. Es la ciudad que nos pertenece y que también está
inmersa en esa concepción muy propia de las grandes ciudades, como
lugares de supervivencia y como diría Martin Fiorino, también,
“situación de supervivencia bien
lejana de la capacidad de construir un proyecto de vida común, en el
cual los ciudadanos deliberen, acuerden y ejerzan un cierto grado de
poder sobre la calidad de vida que desean.”( Martin Fiorino,
2012:1). Volcar la atención sobre el ejercicio deficiente de
quiénes dirigen la administración de las ciudades, en este caso,
gobernaciones y alcadias, pudiera constituirse en una manera de
apuntar desde un ángulo
inútil, la posibilidad de corregir ciertas prácticas inadecuadas
para el crecimiento armónico de una urbe. Siempre habrán
señalamientos en la gestión personalista o institucional de entes
gubernamentales, por lo cual sería ésta una vía inadecuada para
nuestro planteamiento. Propondremos, por ejemplo, una organización
interinstitucional de escuelas y liceos, a partir de la autogestión,
para intentar resolver algún aspecto de convivencia común en la
ciudad que habitamos.
Puedo mencionar el caso
específico de la ciudad a la que pertenezco porque allí he nacido,
crecido, me he formado, he constituido mi hogar y está muy cercano a
mi lugar de trabajo. Aún cuando sea una ciudad pequeña, de apenas
261.000 habitantes, según censo del año 2011, Valera, capital
comercial del estado Trujillo, pareciera ser simplemente una ciudad
apacible, en pujante desarrollo. No así para quiénes habitamos este
lar, podemos dar testimonio de vida al afirmar, la anarquía
imperante en nuestra ciudad, reflejada, fundamentalmente, con poca
visión futurista desde las vías de acceso y desplazamiento
vehicular y peatonal, la distribución de sus desarrollos urbanístico
y comercial, amén, igualmente, de mostrar sus montículos de basura
producto de la discordia entre gobernación y alcaldía, unido a la
ausencia de una conciencia ambientalista por parte del ciudadano
valerano, llámese estudiante, profesional, obrero, ama de casa,
empresario. No podemos dejar de mencionar el problema de anarquía
propiciado por la economía informal, en el centro de la ciudad, al
punto de haber sido calificada nuestra ciudad, como 'la nueva
Bombay', por el reconocido historiador de nuestra ciudad, Nelson
Pineda..
Posee, igualmente, Valera
lugares emblemáticos, por ejemplo, el parque o plaza Los Ilustres,
fundamental y exclusivo lugar de recreación de los valeranos que ha
albergado al menos tres generaciones en sus 700 metros cuadrados,
desde su creación, en el año de 1957, sin haber sido sustituido por
un parque de mayores dimensiones a la demanda diaria de los citadinos
que lo visitamos. Es decir, Valera pudiera contar ya con un parque
metropolitano, muchas veces vociferado como plan de desarrollo
recreacional de la ciudad en las promesas incumplidas de políticos y
gobernantes locales y regionales; por supuesto, no ha sido prioridad
en quiénes conducen la ciudad desde las instancias del poder.
Este año, 2013 es
particularmente significativo para la memoria histórica de los
trujillanos y también de los valeranos, lo cual pudiera convertirse
en un buen motivo para resarcir ciertas prácticas gubernamentales
que otorguen a Valera un desarrollo de su infraestructura
recreacional para interés de sus habitantes y de los visitantes.
Celebramos el pasado 15 de junio el bicentenario de la firma del
Decreto de Guerra a muerte. En Valera se conserva la casa donde
pernoctó el Libertador, los días 13 y 14 de junio de 1813, antes de
la firma del decreto. Esta casona emblemática por su significado
histórico, puede ser motivo para propiciar la visita a sus
instalaciones de los niños y adolescentes de las escuelas y liceos
de las diferentes parroquias de la ciudad y retomar el discurso
histórico que re-significa los hechos de la Historia de Venezuela y
que tiene su valoración en el recuerdo que puedan ofrecer los
maestros y profesores a sus estudiantes. De esta manera, la
valoración de la Historia local y nacional, dejaría huella en los
estudiantes que visiten estos espacios, cargados de significación
para el rescate de la memoria histórica. Para Martin Fiorino
representaría “valorar
momentos en los que la ciudad puede existir episódicamente”
(Martin Fiorino, 2012: 10). Muchas son las voces locales que
se han referido, en diversas ocasiones, al significado de este
momento crucial de la Historia local y nacional. Estos testimonios
dan fe de otra conciencia de los habitantes de Valera, que aún
cuando es divulgada a través de la prensa regional, no ha sido
consumida con fervor por nuestros educadores y, mucho menos, por
nuestros estudiantes, lo que servirá de ejemplo para resarcir el
desconocimiento de un recurso documental que bien puede ser el inicio
de un meritorio criterio de pertenencia y valoración de los espacios
emblemáticos de la ciudad, de los momentos históricos relevantes
reconocidos por sus habitantes. Bastaría revisar las páginas
electrónicas de los periódicos locales: Diario de Los Andes y
Diario El Tiempo, para contar con las opiniones de trujillanos
interesados en presentar su propia visión de la historia,
específicamente, de este momento importante dentro del período
concebido como Segunda República de Venezuela, comprendida entre
1813 y 1814. Afirman, igualmente, los trujillanos, que el Decreto
de Guerra a muerte es considerado el segundo decreto contra el
invasor o conquistador, el primero, lo constituye el Canto Guerrero
de los Kuikas:
“...Ese fue el Primer Decreto de Guerra a Muerte, aquí
ha habido dos, ese de los kuikas inequívocamente un canto para
despertar la dignidad de los indígenas y pelear contra los
españoles invasores que ocuparon al continente entero y que hoy por
cierto los descendientes de esos indígenas tienen una conducta de
resistencia increible, desde ese tiempo hasta hoy que están más
amenazados que cualquier momento anterior.”(Prada, 2009).
Cuando hablamos de
conciencia histórica, tal y como lo argumenta Gadamer, estaríamos
en correspondencia con la exacta percepción del presente, no podemos
tener una clara convicción de nuestro compromiso individual y social
sin estar atentos a la responsabilidad de cada uno en saber
administrar nuestro presente. Veamos qué opina Gadamer al respecto:
“Entendemos por conciencia histórica el privilegio
del hombre moderno de tener plenamente conciencia de la historicidad
de todo presente y de la relatividad de todas las opiniones. Está
claro que esta toma de conciencia histórica no permanece sin efecto
sobre el actuar espiritual de nuestros contemporáneos, y basta para
ello pensar en los inmensos cambios espirituales de nuestra época.”
(Gadamer, 2011:41).
Vivir
el presente tomando en consideración la repercusión social e
histórica de los actos de cada individuo, se traduce en reconocer la
volatilidad del tiempo, asumirlo desde el ejercicio consciente de los
momentos del ahora que serán reconocidos en un mañana. Así como,
considerar, aquéllos aspectos relevantes de nuestro pasado local,
regional y nacional, para ser percibidos como condición
ejemplarizante de un ciudadano involucrado en el bienestar propio y
de sus semejantes. En definitiva, vivir el presente desde la ciudad
a la cual se pertenece. Consideramos apropiado señalar, tal y como
lo denomina Martin Fiorino, la ciudad “como
espacio para el desarrollo de las capacidades de quienes la habitan”
(Martin Fiorino, 2012:2), marcados por su condición de supervivencia
porque afrontan lo que el mismo autor ha llamado los 'límites de la
ciudad' .En este sentido, plantea, igualmente el autor: “'la ciudad
como espacio', espacio urbano, ciudad total, donde se valore el
perspectivismo de lo humano, articular lo diverso /convergente,
aprendizaje glocal, Inteligencia-proyecto (más que plan);
pensamiento-diseño (más que estrategia); fines y metas (más que
solo objetivos). Tejido ético. De ciudades objeto (económicas,
ideológicas, religiosas) y ciudadanos objetos a ciudades de sentido
para ciudadanos personas (sujetos que deciden su forma de vida desde
la subjetividad social).” (Martin Fiorino, 2012). En este sentido,
la propuesta de Martin Fiorino apunta a la búsqueda de propiciar
acuerdos entre los ciudadanos que permiten convertir estos espacios
urbanos en espacios más vivibles. Más preciso, el autor comparte la
creación de “las ciudades Biópolis: de las personas a la ciudad,
desafio centrado en la vida. El desafio bioético: devolver a las
personas, habitantes de los fragmentos de ciudad, algún grado de
capacidad reconstructiva de la ciudad-total.” (Martin Fiorino,
2012). Resulta necesario, en este sentido, destacar las reflexiones
que sobre este modelo propuesto, emergen de las consideraciones
teóricas del autor:
Citaremos,
en consecuencia, in
extenso:
“La
historia de las ciudades latinoamericanas y de sus movimientos
sociales y reivindicativos puede mostrar cómo la difícil
construcción de condiciones que permitan un cierto nivel de
ejercicio de la vida política ciudadana, ha supuesto una sucesión
de esfuerzos de desterritorialización – en el sentido de
resistencia a condiciones de control y dominio – y una concomitante
serie de intentos de re-territorialización, orientados a construir
espacios comunicativos, inicialmente reducidos pero
potencialmente abiertos a su articulación, para recuperar en alguna
medida: 1) protagonismo ciudadano en cuestiones prácticas y vitales;
2) comprensión y crítica de las lógicas que determinan las
interacciones urbanas; 3) recuperación de los sentidos de la vida en
común.
La noción de
espacio, a diferencia de la de territorio, no está centrada en el
dominio sino en la comprensión. No está centrada en el control sino
en la comunicación. No responde a una lógica de intervención sino
de integración. Para construir espacios urbanos de comunicación ha
sido necesario re-construir territorios, ya no desde la hegemonía
sino desde el pluralismo, la diversidad y la concertación.
Re-territorialización no para la ciudad – total sino para el
barrio, la urbanización, el sector; partes de una ciudad fragmentada
que, a pesar de ello, pueden ser escenario de nuevas formas de
interacción entre los ciudadanos, sobre la base de un abordaje en
común de problemas concretos prioritarios que renueva formas
valiosas de cooperación y puede contribuir a desarticular la
violencia.”(Ibidem, :5).
En
efecto, sin la confluencia de sectores activos en la búsqueda de
soluciones, no podremos pensar en resolver esta realidad de
fragmentación urbana, donde cada quién actúa y se desvive por sus
intereses propios, sin pensar en las repercusiones de su hacer con
respecto al entorno y en consecuencia, olvidando también a sus
semejantes. El problema más allá del Estado está en el ciudadano.
Sin hombres ganados a desarrollar proyectos de convivencia plena,
seguiremos siendo observadores desde el estrado del distanciamiento y
la indiferencia.
Nuestra
propuesta apunta a desarrollar un 'mapa de convivencia urbana' que
coincide con lo que nuestro autor ha llamado 'la visión cultural de
la ciudad' en la cual proponemos “rescatar la importancia del
compromiso con el pasado, con la historia de la ciudad
latinoamericana como fuente de potencialidades identitarias y de
desarrollo.” (Ibidem,:14). Hacer honor al pensamiento del gran
trujillano Mario Briceño Iragorry, siempre preocupado por exaltar
las raíces históricas de su pueblo. Así se expresó en uno de sus
textos, para valorar todos los tiempos en los que coexistió como
hombre de pensamiento profundo y sensible: “Mi pasado y mi futuro.
Mi ayer y mi mañana, vistos en el espejo de una misma sonrisa.”
(Briceño Iragorry, 1988:119). Retomar las voces del pasado, del
presente, en el presente de nuestra ciudad, contribuye, sin duda, a
reivindicar los valores humanos de todos los seres que conviven y
luchan por sus espacios urbanos.
BIBLIOGRAFÍA:
Briceño Iragorry,
Mario. Obras Completas, Vol.
I, Caracas, Ediciones El Congreso, 1988.
Gadamer,
Hans-Georg. El problema de la conciencia histórica. Primera
Edición 1993, Madrid, Tecnos, 2011.
Martin
Fiorino, Víctor. “Ciudad y convivencia. Un enfoque ético de los
problemas de la convivencia en las ciudades de América Latina”,
Programa Internacional de estudios de Convivencia, Universidad del
Zulia, 2012.
__________________
“Ética y convivencia: una aproximación Bio ética a las ciudades
de supervivencia (la construcción de espacios para la vida en
común)”. Programa Internacional de estudios de Convivencia,
Universidad del Zulia. 2012.
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